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Una de las características principales del movimiento cooperativo es la promoción de la equidad de género, que se deriva de uno de los siete principios cooperativos: la libre adhesión.
El sector cooperativo fue una de las primeras instituciones en aprobar el sufragio femenino, y ha facilitado que las mujeres desarrollen su potencial. Ya en 1844, cuando se fundó la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, se permitió a las mujeres ser miembros de pleno derecho.
El Gremio internacional de Mujeres Cooperativistas (Women’s Cooperative Guild), creado en Reino Unido en 1883, participó activamente en la incidencia política en torno a determinados temas fundamentales, como la introducción del salario mínimo, la igualdad salarial, las leyes de divorcio, las prestaciones por maternidad y el inicio de la campaña de las amapolas blancas.
La Alianza Cooperativa Internacional también se ha servido de Comité de Igualdad de Género para ejercer presión activa en favor del progreso a nivel mundial. En 1995, año en que se adoptó la Declaración de Beijing de las Naciones Unidas, se creó la Estrategia de la ICA para la Promoción de la Igualdad de Género.
En febrero de 2015, la ACI y la OIT realizaron una encuesta para analizar las percepciones de profesionales, académicos y miembros de ONG e instituciones gubernamentales, el impacto de las cooperativas en el empoderamiento de las mujeres y en la equidad de género (tanto a nivel general como respecto de otras formas de negocio), y los desafíos del futuro. Un total de 581 personas participaron en esta encuesta en línea, y un 75 % de ellas opinaron que las cooperativas han mejorado la participación de las mujeres en los últimos 20 años.
A día de hoy, las mujeres siguen enfrentándose a desafíos en materia de igualdad de acceso a educación, atención sanitaria, trabajo digno y representación en los procesos de toma de decisiones políticas y económicas. La equidad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas es uno de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, que cuenta con el apoyo de la Alianza.
En 2020 se cumplen 25 años de Declaración y Plataforma de acción de Beijing, que reconoció las numerosas ventajas de las cooperativas. Ha llegado el momento de que las Naciones Unidas y la cooperación internacional para el desarrollo aumenten y prioricen la ayuda a los principales agentes del desarrollo, que fortalecen el empoderamiento económico, social y político de las mujeres.
Como agentes económicos, teniendo en cuenta las normas de género, las mujeres siguen teniendo menos ingresos, más probabilidades de realizar trabajos no remunerados y menos oportunidades de acceder a un trabajo digno. Sin embargo, debemos recordar que cuando las mujeres crean o se afilian a cooperativas, realizan actividades profesionales innovadoras, consiguen aumentar los ingresos y mejoran el rendimiento comercial y la competitividad. Al unirse a una cooperativa, aumenta su capacidad de decisión en sus hogares y mejora su participación y empoderamiento en los asuntos de su comunidad, ya que las cooperativas, como empresas centradas en las personas, apuestan por un empleo integrador que favorezca en gran medida a las mujeres en situación de desigualdad.
Hay numerosos ejemplos que confirman esta realidad: